Sociedad

13/3/2024

Siete de cada diez niñxs son pobres, según Unicef

La motosierra de Milei tala el futuro de las infancias.

La indigencia abarca al 19,4% de las niñeces.

El 2023 finalizó con 7 de cada 10 niñxs y adolescentes sumidxs en la pobreza. Se trata de 8,6 millones de pibes habitando hogares cuyos ingresos no alcanzan para cubrir la canasta básica de bienes y servicios, o bien, están privados de algún derecho básico, como el acceso a la vivienda digna, a la educación y a la salud. Es sin dudas la muestra más inequívoca del fracaso al cual nos han conducido los sucesivos gobiernos capitalistas. Milei, lejos de intentar remediarlo, hace todo lo posible para seguir empobreciendo a las infancias con sus políticas de ajuste.

El dato fue dado a conocer por Unicef en un reciente informe. El mismo arroja que la pobreza estrictamente monetaria entre lxs menores de 18 años alcanzó el 57,5% (un universo de 7 millones de jóvenes), mientras que la indigencia en ese grupo etario se ubicó en el 19,4%. Es decir, 2 de cada 10 niñxs y adolescentes vive en hogares que no pueden costear la canasta básica alimentaria. Milei los termina de sentenciar al hambre desde el momento que decidió suspender la entrega de alimentos a los comedores populares, al cual recurren miles de familias en todo el país.

La pobreza monetaria infantil ascendió a 67,9% en los hogares monomarentales, demostrando que, a diferencia de lo que sostiene el presidente, la brecha salarial entre varones y mujeres sí existe y perjudica directamente a las niñeces. Por su parte, en los hogares cuya jefatura recae en unx asalariadx informal, dicho índice trepó al 75%, sin embargo, el decretazo del gobierno pretendía premiar el fraude laboral infligido por la patronales eliminando la doble indemnización en esos casos.

Las proyecciones son desoladoras. Según Unicef, el primer trimestre 2024 finalizaría con un 70% de chicxs pobres en términos de ingreso y con una tasa de indigencia infantil del 34%. Sucede que las partidas asignadas a la niñez -que corresponden al presupuesto 2023 prorrogado- muestran una caída real del 75% respecto al año pasado. A su vez, el gobierno está empeñado en demoler los ingresos de las familias trabajadoras estableciendo topes salariales en medio de tarifazos y disparada de precios. Como vemos, la motosierra de Milei destruye el porvenir de las infancias.

Mientras consolida este cuadro de barbarie, Milei, de manera hipócrita, culpa a los docentes que hacen huelga del deterioro del sistema educativo, esgrime una supuesta defensa de la vida de lxs niñxs atacando el derecho al aborto legal y estigmatiza a las mujeres piqueteras que llevan a sus hijxs a las marchas. Utiliza como chivo expiatorio, para dividir a las mayorías populares, justamente a aquellos colectivos que están cotidianamente preocupados por el bienestar de esas niñeces que el gobierno hunde en miseria: por un lado, la docencia que lucha por presupuesto para que funcionen los comedores en las escuelas y haya aulas en condiciones; por otra parte, el movimiento de mujeres y diversidades que combate el abuso sexual en las infancias, se moviliza para que aparezcan las pibas secuestradas por las redes de trata y promueve que las nuevas generaciones forjen vínculos más amorosos y libres de opresión. También centra su ataque en las mujeres del movimiento piquetero, cuando estas están al frente de los comedores comunitarios garantizando el plato de comida de lxs niñxs que habitan los barrios pobres del país.

Por otro lado, resulta inaceptable que Milei prometa combatir el narcotráfico en Rosario cuando está llevando la pobreza infantil a niveles sin precedentes. De esta manera, deja a los jóvenes de las barriadas completamente vulnerables a ser captados por estas mafias ante la falta de perspectivas. A lo sumo, con el envío de fuerzas federales montará una pantomima encarcelando a los eslabones más débiles de la cadena -los soldaditos dedicados al narcomenudeo-, mientras los dueños del negocio de la droga continúan impunes multiplicando sus ganancias a instancias del poder político. Se vale del flagelo que están viviendo los rosarinos para justificar una escalada represiva contra la población trabajadora, mientras mantiene intacto el narcoestado.

En la misma línea, intentó legalizar la doctrina del gatillo fácil mediante la frustrada Ley Ómnibus. De esta manera, fomenta el fusilamiento de los “pibes chorros” por parte de la policía, sin reparar que el propio Estado los condena a la marginalidad antes de que decidan salir a robar para, parafraseando a César González, “disfrazar la pobreza” -cuando no son los mismos uniformados los que los instigan a delinquir. El gobierno deja a la deriva a lxs jóvenes de los barrios, para luego proyectar sobre ellos la imagen de un “enemigo interno” al que hay que erradicar. Otra forma de distraer al pueblo sobre quiénes son los verdaderos responsables de sus padecimientos.

Que en Argentina haya más pibes pobres que pibes con sus necesidades básicas cubiertas debería ser motivo suficiente para que las centrales sindicales paren el país hasta que caigan los planes antiobreros de Milei y los gobernadores. No sucede debido a la naturaleza entreguista de sus direcciones burocráticas, por eso, debemos construir la huelga general desde abajo. A ese objetivo se subordinan la jornada de piquetes del lunes 18 y la convocatoria a una asamblea nacional de trabajadores ocupados, desocupados y sectores en lucha. Solo a través de la lucha podemos cimentar un futuro deseable para nuestras infancias.