Ante la renuncia de Martín Guzmán al Ministerio de Economía y su reemplazo por Silvina Batakis, en medio de una corrida cambiaria y aceleración de la inflación, Prensa Obrera dialogó con Gabriel Solano, dirigente nacional del Partido Obrero y legislador porteño del Frente de Izquierda, quien definió como un “default político” el cuadro del gobierno y sostuvo que para los trabajadores el desafío es dejar atrás a un peronismo agotado que ajusta para cumplir con un pacto inaplicable con el FMI.

Solano empezó precisando que el de Alberto Fernández es “un default político porque no puede gobernar. Perdió a su ministro estrella, el que había firmado el acuerdo con el Fondo, y después no consiguió reemplazo. Lo que Batakis tiene a su favor es solo que no tiene el veto de Cristina. Un presidente en default expresa una crisis política de fondo”.

Luego desarrolló que “la división en el gobierno es el resultado de la crisis, y no a la inversa”. Recordó a modo de ejemplo que “Cristina estuvo al lado de Guzmán cuando anunció la reestructuración de la deuda privada con los bonistas (en 2020)”, y que como lo que siguió “no tuvo los resultados que esperaban; y después vino, ajuste de por medio, la derrota de agosto 2021 en que perdieron seis millones de votos”, la vice debió replantarse.

Profundizó incluso en lo que definió como un “régimen muy complicado, porque Alberto Fernández no tenia la quedó como presidente porque lo puso Cristina, que tiene el poder pero no tanto como para poder gobernar ella, sino que necesita un compromiso con peronismo”. Agregó también que la exmandataria “se pasa a la oposición pero no puede romper definitivamente con el gobierno, en el que sus funcionarios mantienen áreas importantes, y no puede ser indiferente a su suerte. Ahora, con la designación de Batakis, queda más involucrada en el resultado de lo que pase con la crisis económica”.

Más adelante manifestó que “el acuerdo con el Fondo fracasó de entrada. No se cumplió ninguna de las metas. El FMI las flexibilizó como un salvavidas para que el gobierno llegue a 2023, pero el programa sigue siendo inaplicable”. Agregó que el intento de encarar un “plan de estabilización es precario, porque no hay gobierno fuerte”. Sostuvo que el mercado presiona por una devaluación, pero que es un problema porque muchos gastos del Estado están indexados: “Cristina defendió la actualización salarial mediante sumas fijas en lugar de las paritarias, para desenganchar el gasto de la inflación”, pero que con la deuda en pesos indexada por CER solo queda la variante de otro reperfilamiento, lo que significa un default.

Criticó también que, con su negativa a cualquier acción, “la CGT impone un corset a los trabajadores, cuando todos los sectores sociales presionan por sus intereses”, como los transportistas ante la falta de gasoil, los empresarios importadores que se quejan del cepo, el capital agrario que acopia los granos; mientras Milei reclama un Rodrigazo con una devaluación gigantesca. Por eso enfatizó que “es fundamental la campaña por un plan de lucha con paros, movilizaciones y piquetes”. Destacó también que el reciente XXVIII congreso del Partido Obrero si bien no levantó una consigna apuntada a la caída del gobierno, “porque no hay una ofensiva de los trabajadores para voltearlo, resolvimos que no vamos a hacer nada para que llegue, que no vamos a dejar de dar ninguna lucha popular por la debilidad del gobierno”.

Para finalizar contrastó los dos actos de Alberto Fernández y Cristina Kirchner en defensa del peronismo, con la campaña política del PO que se lanzó con un acto con 7.000 personas en González Catán, lo más profundo de La Matanza, “denunciando que el peronismo se agotó, que tenemos una Argentina quebrada, sumida en la pobreza, mientras acuerdan con el FMI. Nosotros, que encabezamos un gran movimiento popular con la lucha piquetera, le planteamos a los desafío estratégico de superarlo, con las banderas del socialismo. Expresa la vigencia de la pelea por una alternativa política de los trabajadores”.

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