Las elecciones en Irlanda

Las elecciones en Irlanda arrojaron un triunfo del Sinn Féin, una fuerza centroizquierdista que es partidaria de la reunificación de la isla que se encuentra partida desde 1921 entre una república independiente (el Eire) y una región (el Ulster) adscripta al Reino Unido.


El ascenso del Sinn Féin (que obtuvo un 25% de los votos y 37 bancas conquistadas, sobre 160) es un revés para los dos partidos tradicionales del país, Fianna Gael (FG) y Fianna Fáil (FF). El derrotado primer ministro, Leo Varadkar, de FG, gozó del apoyo político del FF a lo largo de todo su mandato. Los primeros lograron ahora el 22% (y 38 bancas) y los segundos un 21% (y 35 bancas).


Los dos grandes partidos, que en los ‘90 concentraban el 80% de los votos, caen ahora al 40%. A comienzos de la década pasada, tras el estallido de una gigantesca burbuja inmobiliaria, Irlanda rescató al Anglo Irish Bank y otros grandes bancos por 50 mil millones de dólares. El banco mencionado poseía vínculos con el entonces partido de gobierno, el Fianna Fáil (El País, 3/2/10). Las consecuencias de las políticas de ajuste para compensar el salvataje de los bancos, llevadas a cabo por ambas fuerzas, despertaron un gran repudio popular.


Con los resultados de esta última elección, ninguna de las fuerzas está en condiciones de armar un gobierno por sí misma. Se estima que Sinn Féin explorará la conformación de un gobierno centroizquierdista con otras fuerzas de ese espacio (como el Partido Verde, que cuadruplica su cantidad de bancas al pasar a 12, los socialdemócratas, laboristas y el grupo El Pueblo antes que las Ganancias). Otra variante es la de un gobierno del Sinn Féin con FF, o bien una repetición de la coalición actual de gobierno que deje al Sinn Féin en la oposición.


Los medios indican que la campaña electoral estuvo centrada en el problema de la enorme desigualdad social, las dificultades para acceder a la vivienda propia y el alto precio de los alquileres, y el deterioro del servicio de salud. El Sinn Féin, al que muchos asemejan con Podemos y Syriza, capitalizó esta situación con planteos del estilo de construir 100 mil viviendas.


Irlanda, un país profundamente religioso, se ha visto sacudido también en estos años por las revelaciones sobre los abusos en la Iglesia Católica. El debilitamiento de esta institución y el ascenso del movimiento de mujeres lograron la conquista del matrimonio igualitario y la despenalización del aborto en 2016, que se contagió a Irlanda del Norte, que los legalizó en octubre del año pasado.


La cuestión irlandesa


Si bien la cuestión de la independencia no parece haber sido el eje de la elección irlandesa, el triunfo del Sinn Féin, partidario de un referéndum de reunificación, replantea la cuestión.


Los acuerdos de Viernes Santo de 1998 implicaron el desarme de las milicias independentistas (el IRA, partidario de la unificación) y unionistas (partidarias del mantenimiento del Ulster dentro del Reino Unido). En el caso del Norte, pautaron un esquema de gobierno entre republicanos y unionistas por el que ambas fracciones podían bloquearse mutuamente en el parlamento.


Todos estos equilibrios entraron en crisis a partir del Brexit. En Irlanda del Norte, como en Escocia, una mayoría de la población votó en contra de la ruptura con la Unión Europea (56%). Algunas encuestas indican que entre la juventud una amplia mayoría es partidaria de una reunificación de la isla. En cambio, habría un rechazo en franjas de la clase trabajadora de origen protestante. En las últimas elecciones, el Sinn Féin del Ulster obtuvo por primera vez más bancas que el conservador DUP, Partido Democrático Unionista, partidario de mantenerse dentro del Reino Unido. El parlamento viene de sufrir una larga parálisis de tres años como resultado de las disputas entre ambas formaciones.


El planteo de colocar una aduana en el mar entre el Ulster e Inglaterra, por parte de Boris Johnson y la Unión Europea, como parte de las negociaciones por el Brexit, ha despertado un gran rechazo del DUP, que se siente entregado por el mandatario británico. Del otro lado del espectro político, los republicanos protestaron ante las primeras versiones del acuerdo, que establecían la posibilidad del resurgimiento de una frontera “dura” entre ambas Irlanda.


Todo este cuadro se completa con un resurgimiento de los choques armados. En abril de 2019, una periodista murió durante un choque entre el Nuevo IRA y la policía en la localidad de Derry. El Ulster Volunteer Force (UVF), heredero de las milicias unionistas, viene amenazando por su parte con retomar las armas (La Nación, 27/1). Si bien no tienen obviamente la envergadura de la época del conflicto, son hechos a tener en cuenta.


La crisis capitalista, de la cual el Brexit es una de sus más grandes manifestaciones, erosiona todos los viejos equilibrios políticos. En este contexto debe leerse la situación irlandesa.